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4X4: los mejores discos de los noventa

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Los 50 vieron nacer el rock, con Elvis Presley como máxima figura. En los 60 aparecieron los hippies, y The Beatles eran los reyes. En los 70 la psicodelia y los Rolling Stones marcaban la pauta. Los 80, período del que se habló en un número anterior —desde el amor y el odio—, vieron emerger a grandes figuras, y gente como Queen, Bruce Springsteen o U2 se acostumbraron a llenar estadios. Y, en los 90… ¿qué hubo en los 90? Muchas veces se dice que, musicalmente, es una de las peores décadas de la historia de la música, y para muchos significa el principio del fin de la música de calidad. Hoy, cuatro redactores de Jot Down intentamos callar esas bocas destacando los que, a nuestro parecer, son los 4 mejores discos de los 90, intentando seleccionar dos españoles y dos extranjeros.

 

Play, Moby (1999, Mute Records)

Tras haber probado el punk, este descendiente de Herman Melville (que su nombre artístico sea el de la ballena no es casual) se dedicó a la música electrónica. Sus primeros discos pasaron sin pena ni gloria, ante la indiferencia de la crítica y el público generalista, pero con Play la cosa cambió: exitazo total, transformación en mega estrella a nivel mundial, presencia entre los discos más vendidos durante casi dos años, primer disco de la historia del que las licencias de todas las canciones fueron compradas para ser usadas en películas, televisión o anuncios… y no eran pocas canciones, en el disco encontramos hasta 18. Hasta la aparición de Play, la electrónica era una música por la que se interesaban sólo los amantes del género, pero el disco acercó el estilo al público en general.

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Black album, Metallica (1991,Elektra Records )

Metallica es la mejor banda de heavy-metal que ha habido jamás. Aunque actualmente cualquiera pensaría que están más cercanos -a nivel estético- a The Cure que al heavy clásico, estos tíos lo fueron. Y el Black album fue, para muchos puristas de las greñas, el principio del fin. Y no porque las canciones fueran “poco heavies”, sino porque ese disco hizo que los “no heavies” los descubrieran, adoraran y se hicieral algo “heavies”. Pero es que como para no reverenciar canciones que, con 20 años, ya son clásicos absolutos, como Nothing else matters (sí, es de Metallica; Lucie Silvas debería ser empalada por la versión que hizo), Enter sandman o The unforgiven. De acuerdo, la portada del disco es más que fea, pero ya dice la gente poco sincera que lo importante es el interior. Pues, en este caso, es verdad.

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Doble directo, Barricada (1990,Mercury )

Los discos en directo pueden ser una maravilla (si se nota un fuerte vínculo entre el grupo y el público) o un desastre (cuando la actitud de los espectadores es pasiva, lo que transforma el disco en un grandes éxitos con peor calidad de sonido y ruido de fondo). Y en este disco de los navarros la conexión entre ambas partes es más que patente, siendo la demostración más evidente Animal caliente, que Enrique Villarreal empieza a cantar pero a los pocos segundos deja que sean las voces de los miles allí presentes quienes la interpreten en su totalidad. Y lo mismo sucede con la parte final de Esta noche, que el grupo alarga al ver cómo disfruta el respetable entonando el estribillo. Además, a diferencia de lo que pasa en otros discos grabados en directo, nadie puede echar de menos ningún gran tema: No hay tregua, Contra la pared, Rojo, A toda velocidad, Juegos ocultos

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Agila, Extremoduro (1996, Dro)

Un disco redondo. Y no por su forma, que también, sino por la música que contiene, que hizo que el conjunto extremeño dejara de ser invisible para los grandes medios de comunicación. Además de las más que conocidas So payaso (primer canción del grupo que contó con videoclip, que además fue premiado), El día de la bestia (incluida en la BSO de la película homónima de Álex de la Iglesia) o la versión del tema de Tabletom Me estoy quitando, incluye auténticas joyas (para quien guste del estilo, evidentemente), como Sucede, Prometeo o Buscando una luna. Marca el punto álgido de la trayectoria del grupo liderado por Roberto Iniesta, cuando perfeccionó su estilo de rock urbano (o “rock transgresivo”, como lo prefieren etiquetar ellos) sin salirse aún, como pasa en algunas canciones de sus discos posteriores, de su característica crudeza musical y sin perderse en florituras y adornos que, en el caso de Extremoduro, son totalmente superfluos.

Luis Marcelino

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Grace, Jeff Buckley (1994, Columbia Records)
Me atrevo a afirmar que Grace es tanto el disco como la canción de los 90. El disco que me hizo coger una guitarra por primera vez y el disco que cambio mi mundo musical. No es solamente la espectacular voz de Buckley, o la fantástica composición de los temas (con arreglos fantásticos en cada tema, acordes más propios del jazz, etc), es un todo hecho disco. La primera vez que escuché Grace di las gracias por poder disfrutar de semejante obra de arte, el llamado Sinatra del Grunge había hecho mella en mi y me había absorbido para siempre. Un hombre capaz de poner de rodillas a un Leonard Cohen rebosante de ego (juró que mientras Buckley viviera no volvería a tocar Hallelujah en directo). Una pena que en la familia Buckley se estile el morir pronto, pero incluso a la hora de dejarnos lo hizo a su manera y se ahogó nadando en el río mientras de fondo sonaba Whole lotta love de Led Zeppelin.
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Ten, Pearl Jam (1991, Epic Records)

Para algunos los segundones del grunge, para mi una de las mejores bandas de rock de los 90. Los chicos de Eddie Vedder dieron un verdadero golpe de efecto al lanzar en 1991 un grandísimo disco debut. Ten nació grande y lo demostró con himnos como Evenflow, Once, Blacks, Alive, Porch, Jeremy, etc. Disco que les catapultó a lo más alto y que a día de hoy cumple 20 años con la misma forma y fuerza del primer día. Crecer a la sombra del golpe de efecto mundial que supuso Nirvana no era tarea fácil, pero Pearl Jam lo hizo ganándose un nombre mayúsculo en la historia del rock.

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Los mejores momentos, La Buena Vida (1994, Siesta)

Unos de los mayores abanderados del sonido Donosti junto con Aventuras de Kirlian, Le Mans o Family. En realidad este disco no tiene nombre y por lo tanto se le conoce con el nombre del primer tema del disco Los mejores momentos. El sonido pop más alegre y facilón se va transformando y cae por derroteros más trágicos y se empiezan a escuchar más arreglos en los temas creando así un punto de inflexión en su discografía, la cual a partir de este momento iría madurando disco tras disco con letras más trabajadas y mucho arreglo orquestal en los temas. Siempre han reconocido que las influencias de su música van desde el pop de finales de los 60 hasta la chanson francesa. Me gustaría de esta manera brindarle un pequeño homenaje a Pedro San Martín, bajista del grupo recientemente desaparecido en accidente de tráfico, descansa en paz.

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Fin de la primera parte, Los Piratas (1998, Warner)

Los de Vigo son referente e influencia para muchos grupos Indie patrios. La evolución es patente en cada disco, añadiendo desde instrumentos típicos del folk gallego a bases electrónicas y samplers según iban sacando discos. En este recopilatorio se encuentra una gran selección de temas sacados de sus primeros tres discos. También marca un punto a partir del cual sus trabajos se volvieron más electrónicos y más influenciados por grupos como Radiohead o Aphex Twin. Personalmente opino que este disco ofrece lo mejor de una primera etapa en la que Los Piratas se hicieron grandes a medida que Iván Ferreiro y Fon Román iban creciendo como músicos y experimentando con diferentes sonidos pero sin perder personalidad y haciéndose un nombre en la música española.

Alain Raya

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Mezzanine, Massive Attack (1998, Virgin)

Hay discos que se citan como expresión máxima de una determinada vertiente musical. Cuando hablas del grunge, el Smells like teen spirit de Nirvana (que se ha quedado fuera de mi elección por un pelo); si te refieres al trip-hop, Mezzanine de Massive Attack. Atmósferas desasosegantes en un disco plagado de temas impresionantes que se han asociado a productos audiovisuales tan dispares e inquietantes (muy apropiados por otra parte para el sonido Bristol) como Risingson a Abre los ojos, Teardrop a la intro de House, Dissolved Girl a The Matrix o Angel a una campaña mundial de Adidas protagonizada entre otros por Julen Guerrero. Hay que destacar que Massive Attack les debe mucho por este premio simbólico a las voces de Horace Andy y Elizabeth Fraser.

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Garbage, Garbage (1995, Mushroom)

Un puñado de productores musicales se reúnen y entre cerveza sí, cerveza no, deciden montar un grupo. Como cuando cantan bajo la ducha los perros aúllan hasta enloquecer, deciden contratar a una vocalista (Shirley Manson) que inopinadamente se convierte en una front woman espectacular, una bestia del escenario. Las formaciones fruto de apareamientos en laboratorio suelen dar resultados lamentables musicalmente o, en el mejor de los casos, material para forrar carpetas. Pero con Garbage se rompió esa tendencia, publicando un primer LP con un track list excelente. Hiperproducido y lleno de hits, como no podía ser de otra forma, pero con personalidad.

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Una semana en el motor de un autobús, Los Planetas (1998, RCA)

Sé que estaba escuchando Radio 3, aunque no puedo precisar si fue en Diario Pop o Disco Grande cuando anunciaron que la siguiente canción era un adelanto del nuevo disco de Los Planetas… y comenzó a sonar, atronador, Segundo Premio. Mi mandíbula se descolgó adoptando una postura antinatural. Pero ¿qué era aquello? Dejé lo que estaba haciendo y me acerqué al receptor, como si así pudiera captar más detalles, porque no quería dejar escapar ni una nota. Me quedé estupefacto ante la potencia de la percusión, la amargura de la letra, los arreglos de cuerdas, las guitarras rabiosas… A lo largo de los días, fueron radiando los temas del disco, y todos rayaban a la misma altura: desamores, desengaños, experiencias químicas, resignación, dudas… temas épicos (La Copa de Europa), intimistas (Línea 1), festivos (Cumpleaños total), apuestas pop más clásicas (La Playa), trascendentales himnos de siete minutos (Toxicosmos)… pero ante todo, un trabajo coherente, maduro y denso, fruto de un proceso largo y costoso (como se relata en el libro homónimo). No hace falta acotarnos a la década de los 90; estamos hablando de uno de los mejores discos de pop-rock en castellano de la historia.

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No blood, de NajwaJean (1998, Subterfuge)

De ella, conocíamos su carrera como actriz. De él, su fama como productor musical de renombre. Juntos, formaron el primer coqueteo destacable con el trip-hop que se produjo en nuestro país, tal vez suavizado y con un tamiz más comercial (por qué no decirlo) que el que se estilaba en el extranjero. La voz sensual, grave y sosegada de Najwa Nimri sonaba extraordinariamente bien en inglés (incluso con sorprendentes experimentos arabescos como en el tema que da título al disco), envuelta en sonidos electrónicos y samplers encajados con maestría por Carlos Jean. Como curiosidad, trece años después, Dead for you sigue siendo la sintonía del programa de TVE Versión Española.

Tirso Montañez

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Different Class, Pulp (1995, Polygram, Island Records)

Con la etiqueta britpop estrenada, y mientras todo el mundo hacía apuestas sobre la distancia alcanzada por los esputos generados entre Blur y Oasis, un elegante y mediático Jarvis Cocker azotaba el panorama musical publicando con su grupo Pulp el disco Different class buceando entre filias obvias (clases sociales y el sexo) y dando forma a un universo oscuro, de arreglos orquestales, humor retorcido y nada disimulada grandilocuencia junto a un componente lírico que tontea la narrativa transformando amantes en espías secretos, sexo en norma y tallando hitazos en forma de himnos incombustibles destrozasuelas (Common people, Disco 2000, Mis-shapes). Declaración de guerra revestida de dandy o fastuoso culto a la mediocridad de las clases obreras. Y sí, un año después Cocker invadió durante los Brit’s 96 una actuación de Michael Jackson liándola y correteando entre niños figurantes indignado por la imagen mesiánica del autoproclamado rey del pop. Y ese también fue un gran momento de los 90.

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The soft bulletin, The Flaming Lips (1999, Warner)

El anterior disco de The Flaming Lips era, literalmente, una obra imposible: Un trabajo llamado Zaireeka en forma de cuatro cd’s que  para ser escuchados debían sonar al mismo tiempo en cuatro reproductores de música diferentes. Para The soft bulletin se olvidaron de experimentos demenciales y crearon una obra más accesible sin renunciar a osadías musicales y a la innovación melódica. Disparate perfectamente encajado y enciclopedia de un sonido marciano, con un particular sentido del humor, un carácter excéntrico y de indiscutible belleza plástica gracias a unos arreglos de precisión quirúrgica. The Flaming Lips definían el nuevo camino de su carrera y hacían de una psicodelia inspiradísima la autentica gran sorpresa de finales de los noventa. Y por si fuera poco les rodea un universo personal divertidísimo, reflejado tanto en videoclips como en su espectacular directo bañado en delirios de colores, juguetes gigantescos y gente muy alegre y muy desnuda.

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Hermanos carnales, Surfin Bichos (1992, RCA)

La época de los noventa en lo referente al pop nacional fue un páramo bastante jodido de afrontar al tener que pelear con las hordas de jerseys a modo abrazo de pulpo que vanagloriaron en su momento a los insufribles Hombres G y se emperraban en sostener a otros ilustres tostones patrios similares.
Por todo ello hay que agradecer a los Surfin Bichos, liderados por Fernando Alfaro, que gestasen Hermanos carnales, personalísimo LP que nacía tras problemas de formación (prescindieron de manager y también de bajista, primo de Alfaro) y discusiones creativas con la compañia (la idea original era un álbum doble donde cada disco tenía el nombre de los protagonistas de la película Inseparables de Cronenberg, pero RCA se negó a editarlo así) y es aún así su disco más redondo. Alusiones bíblicas (Hey Lázaro, San José experience), incestos (Mi hermano carnal), sexualidad implicita (Fuerte) y una personalidad insólitamente lúcida en el escaparate nacional. Quizá más infravalorado de lo que se merecía. Al fin y al cabo en un país tan aborregado era casi una insensatez atreverse a mezclar influencias de Nick Cave, Pixies, The Velvet Underground o Sonic Youth en un universo musical propio. Surfin Bichos cumplió con nota, con impecable producción a cargo de Steve Gwynn y abriendo una de las primeras y más interesantes puertas al (mal) etiquetado movimiento indie que aún no tenía huevos de despegar en nuestro país. Hasta Hermanos carnales.

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Omega, Enrique Morente y Lagartija Nick (1996, El Europeo)

Me encuentro lejos de los auténticos catadores del flamenco. Quizás por eso mismo tiene muchísimo más mérito que Omega me parezca uno de los discos a reseñar entre lo más potente de una década. Más de Morente que de Lagartija Nick (los segundos participan en seis de los trece cortes) la obra es un increíble, por resultado y por valiente, proyecto que camina adornando con música el poemario de García Lorca y reinventando temas de Leonard Cohen. Por si fuera poco cuenta con un elenco de colaboradores de lujo que ayudan a la voz de Morente a deslizarse entre los ecos de la probablemente más envidiable fusión de cante jondo y rock registrada. Rechazado por los radicales del flamenco y de difícil digestión para el público conformista poco dado a las propuestas revolucionarias, Omega es una obra compleja, imposible, encantadora y tan osada que es verdaderamente difícil encontrar a otros artistas que se hayan atrevido a proponer algo similar. Y ya de encumbrarse en el intento como han hecho Morente y Lagartija Nick, ni hablamos.

Diego Cuevas

 

Lista de reproducción en Spotify: Mejores discos de los 90.

La entrada 4X4: los mejores discos de los noventa aparece primero en Jot Down Cultural Magazine.


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